Grossmunster, la gran catedral de Suiza.

Así como otras naciones europeas, Suiza no era un país unificado, sino que estaba compuesto por diferentes repúblicas y ciudades independientes, que cooperaban mutuamente.

Al estar justo en medio de otros estados con culturas influyentes, como Italia, Francia, Austria y Alemania, la identidad suiza se encontraba desdibujada entre estos matices. Además, la gran cantidad de lenguas que se hablaban en la región, impedían que los suizos pudieran comunicarse de manera fluida.

Pese a ello, la Reforma Protestante, impulsada desde la catedral de Grossmünster, fue uno de los momentos que definió la identidad de los suizos. Puesto que la misas empezaron a darse en el dialecto alemán local, y no en latín, como era la costumbre católica.

Del mismo modo, la reforma separó a la iglesia suiza del papado romano, independizando sus creencias. Todas estas acciones se llevaban a cabo desde Grossmünster, haciendo de ella un punto central del protestantismo.

Sin embargo, la reforma también afectó la imagen original de la catedral, puesto que su órgano, sus vitrales y sus obras de arte fueron retirados del lugar. Por suerte, la estructura medieval se mantuvo casi intacta.