La Torre de la Pólvora en Riga.

Desde hace siglos, las urbes de todos los rincones del mundo han tenido que idear sistemas de defensa, que les permitiera mantener a raya a invasores extranjeros. Uno de los modelos defensivos más eficaces, era la edificación de murallas, que rodeaban por completo las ciudades.

Dentro de estos muros, la vida era más sencilla que en el exterior. Los habitantes podían llevar una cotidianidad tranquila, sabiéndose protegidos por las inmensas paredes que marcaban el límite de la ciudad, que podían llegar a medir más de 10 metros de alto.

En Europa, aún existen ciudades amuralladas, como la hermosa Dubrovnik, la misteriosa Tallin y la legendaria York. Sin embargo, estas no eran las únicas urbes que estaban resguardadas por este sistema de muros. Riga, la capital letona, también tuvo una amplia red de paredes que bordeaban toda la localidad, siendo una de las tantas urbes amuralladas de la región báltica.

Desafortunadamente, la muralla de Riga se perdió en el tiempo, pero su legado sigue vivo gracias a la Torre de la Pólvora. Un antiquísimo fortín desde donde era posible divisar a cualquier extranjero que quisiera ingresar a la ciudad.