En sus primeros años, el Ski Jump era más simple que en la actualidad. Al principio, Holmenkollen estaba compuesto por un cerro natural, con una rampa de nieve y ramas de árboles. De a poco, el salto se fue desarrollando.
A medida que avanzaba el tiempo, el deporte se hacía cada vez más famoso. Así como el inrun, donde los esquiadores comienzan su descenso, se fue construyendo de manera que les permitía saltar aún más.
En 1952, Oslo fue sede de los Juegos Olímpicos de Invierno. Entonces, la arena se mejoró con una torre más alta, que incluía un ascensor para los atletas. Además, se instalaron gradas permanentes para espectadores, así como asientos especiales para los jueces y la Familia Real Noruega.
En ese momento, se llegó a un récord que se mantiene hasta el día de hoy, en cuanto a la cantidad de espectadores. Entre 120.000 y 150.000 personas presenciaron la competición.
Cuando se celebraron los Campeonatos del Mundo de 1962, la pista de esquí de Holmenkollen ya había adquirido su perfil arquitectónico característico.
En ese entonces, las atletas femeninas comenzaban a tener acceso al salto de esquí, aunque todavía no se les permitía competir oficialmente. En 1974, Anita Wold se convirtió en la primera mujer en saltar en Holmenkollen, al realizar un salto de prueba inaugural en el festival de esquí de ese año.
