Al igual que muchas otras estructuras de la ciudad, la Plaza Rossio fue destruida en el fatídico terremoto de 1775, por lo que mucha de su decoración actual fue creada a mediados del siglo XIX.
Uno de sus grandes atractivos, y auténtico imperdible para todo el que quiere conocer la capital lusa, es la Fuente de Rossio. Aunque en realidad, no se trata de una sola fuente, sino de dos.
Cada una de ellas está ubicada en los extremos de la plaza, y no fueron diseñadas en la ciudad, sino que vinieron por encargo desde Francia. Las Fuentes de Rossio destacan por su forma circular, que esta bordeada por distintas estatuas de mujeres con cuerpo de sirena. Asimismo, estas esculturas sujetan un pez, que es por donde sale el agua de la fuente.
Mientras que, en el centro de las mismas, encontramos otras estatuas de apariencia clásica, protegidas del agua gracias a la base central de las fuentes. Junto con la enorme escultura de Don Pedro IV, rey de Portugal, la Fuente de Rossio es la atracción más conocida y fotografiada de la plaza.
Sin embargo, también hay otras características de la Plaza Rossio que vale la pena resaltar, como su piso de mosaicos, el cual está hecho con cerámicas blancas y rojas, que siguen un patrón ondulante. Del mismo modo, justo frente a una de las Fuentes de Rossio, está el teatro Doña María II, uno de los más célebres de Portugal.
