El Palacio de Luxemburgo, sede del Senado francés.

Cuando corría el siglo XVII, Francia era una de las monarquías más poderosas de la región, y era gobernada por el rey, Enrique IV y su esposa, la reina María de Médici. La regente provenía de una influyente familia italiana, de gran riqueza y mucho prestigio.

María de Médici no tardó en separarse de la corte francesa, con la que nunca tuvo una buena relación. Para lograrlo, abandonó el Palacio de Louvre, sede de la corte, y se trasladó al Palacio de Luxemburgo.

Este palacio, hecho siguiendo el estilo de los castillos florentinos, fue un encargo de la misma reina, quien financió su diseño y construcción. Al ser terminado, este inmenso palacio de tres pisos e interminables jardines se convirtió en la residencia de la reina y del príncipe Luis XIII, hijo de esta.

El palacio está ubicado en el Boulevard de Saint Michel, entre las calles de Vaugirad y Guynemer. Para llegar a él, se puede ir a pie o tomando el metro, ya que las líneas 4 y 10 del subterráneo parisino pasan cerca del Luxemburgo.

Igualmente, la entrada a los jardines es gratuita, y estos están abiertos para cualquier persona que quiera visitarlos. Sin embargo, es importante mencionar que los horarios de apertura del Luxemburgo pueden variar según la temporada, así que es recomendable que consultes la hora en la que los jardines abrirán.

Por último, hay que recordar que el Palacio de Luxemburgo es una de las paradas imprescindibles de París, que sí o sí tiene que estar en tu itinerario.